viernes, 26 de febrero de 2010

El metro del DF, un transporte al borde del colapso


Oye chofer llévame a donde quieras
Llévame a la Villa o a la San Simón
Llévame a Copilco o a Contreras
Pero no me acerques hacia el metro Balderas


Arturo Jiménez

El aumento de 2 a 3 pesos el costo del boleto del Metro de la ciudad de México se justificó como una necesidad urgente para mejorar la calidad del servicio que se presta en cada una de las líneas que conforman el Sistema de Transporte Colectivo (STC).

Sin embargo, es cada vez más engorroso y arriesgado tomar este transporte. El pésimo servicio ayuda a que se llegue tarde a citas de trabajo, a la oficina, a la escuela, a cualquier lugar, con la pérdida de tiempo valioso para la ciudadanía para el quehacer cotidiano de sus actividades.

Si bien es cierto que el Metro ayuda en gran medida a resolver los graves problemas de la ciudad en materia de transporte público y que sin la red de STC el Distrito Federal no tendría viabilidad como gran urbe, en la actualidad el pésimo servicio que presta puede derivar en conflictos sociales graves.

Basta recordar al "Asesino de Balderas". El progama de Viaje Seguro fue una emdida temporal para aminorar los efectos sicológicos de los usuarios al sentirse inseguros al usar este medio de transporte. Dicho programa está en el olvido.

Es común que los trenes queden varados en las estaciones sin motivo aparente para no reanudar el servicio. La congestión de los vagones ya no es sólo en horas pico. Las fallas de los mismos, ponchaduras de llantas y suspensiones del servicio con el subsiguiente caos vial son pan de cada día.

Insalaciones, trenes, vagones, estaciones e inmediaciones de ellas son tierra de nadie. O mejor dicho, son propiedad de las mafias del ambulantaje y de los vagoneros a quien nadie puede poner un alto. Fuentes de empleo que seudo organizaciones sociales promueve ante la falta de respuestas de los gobiernos federal y local.

Es común que en un trayecto corto, en cada estación se suba personas a vender CD's al máximo nivel de volumen lo que produce niveles de estrés inimaginables entre los usuarios. Pero nadie dice nada, no se puede, las consecuencias podrían ser lamentables y nadie quiere que se repita la historia de Balderas. Otros se suben a cantar, a vender "fayuca", a pedir limosna.

¿Qué tiene que pasar en el Metro para que se ponga un alto a toda una serie de desfachateces al su interior y que haya verdaderas soluciones de mejora en las instalaciones viejas y calidad en el servicio? Recordemos que en uno de los bandos de la entonces ARDF (hoy ALDF) se decretó que las instalaciones del Metro eran consideradas de ALTA SEGURIDAD. JAJAJAJAJA

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